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Trepverter

"Se llamaba Salomón. Murió cuando tenía cinco años, ahogado en el lago de Amatitlán. Así me decían de niño en Guatemala" ¿Cómo dejar de leer una novela que inicia con estas palabras? que al momento de releerlas caemos en cuenta que esconde una verdad y no precisamente la del niño Salomón, si no la del mismo escritor, el cual se habitúa a un estado de constante huida de su verdad, de sus miedos, de sus propia esencia, para así terminar creando su propia ficción. Halfon tiene algo que no termino de explicar(me), creo que es esa forma tan nostálgica de describir sus recuerdos, como si los recordará, solo para poder (querer) volver a vivirlos. Duelo no solamente hace referencia al proceso de la muerte de una persona, en este caso el niño Salomón, también conlleva en sí la muerte de los recuerdos que el propio Eduardo tuvo con su hermano, y después de tanta búsqueda la dulzura de sus memorias le hicieron olvidar el agua que acariciaba sus pies sobre un lago que no era el suyo, p...
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Por fin encontré algo que me recuerda a vos. Los labios están en el borde, quemándose con la espuma caliente. Los movimientos de los otros hacen ondular el líquido. Absorbo y ese sorbo sabe a ti, levantándote. Te vas, pero al volver, siento tus labios en mi nuca. (Lo que veo es tu espalda o tus brazos extendidos sobre la mesa, buscando, pidiendo la respuesta de los míos). Siento entonces que ya no hay espacio para ti. Por más que recuerde, por más que recree tu tacto contra el mío, tus manos queriendo memorizar... Ya no hay dato alguno, curva, que pueda ser almacenada. Me hubiera gustado decirte algo, que las palabras hubieran salido silenciosas, ya sabidas, entre mis labios. El calor de tu aliento, son interno, resurgiendo contra el mío. Recuperarlo. Pero me encuentro tan amplia, mas no repleta, y aun así, ya no hay espacio.

Sabato, el escritor metafísico.

La llegada de esta novela a mi vida fueron el resultado de una tarde de sábado hace cuatro años cuando visité un bazar en zona uno, dentro de él habían dos personas que en un intento por recaudar dinero pusieron en venta sus libros y comics. Sabato se encontraba en una librera pequeña denominada "de los más especiales" según me comentó ella. -Fue el primer libro que leí de él, yo tenía trece años- me dijo al ver que yo lo sostenía en mis manos. Yo en cambio lo conocía por su novela el túnel, obra publicada originalmente en 1948, en dónde se nos muestra la habilidad un tanto nostálgica y dura de este escritor.  En esta novela nos define (y advierte) desde un inicio la forma nostálgica en que se desarrollarán los hechos, por medio de Alejandra y Martín nos da las características y cualidades humanas para poder terminar de construir el rostro de esa persona que recordamos y nos atraviesa en el alma. Luego con mucho cuidado y sigilo nos hace cuestionarnos la insignificante p...

Personas leyendo(sé)

“Gilles comprendió entonces que cada novela que leyera le ayudaría a entender la vida, así mismo a los suyos, a los demás, el mundo, el pasado y presente; y cada acontecimiento de su vida le permitiría, asimismo, iluminar cada una de sus lecturas.” Adolfo Bioy Casares creía plenamente que valía la pena leer porque los libros ocultan países e historias maravillosas que ignoramos. Que también contenían experiencias que jamás hemos vivido y que uno es indudablemente más rico después de la lectura.  ¿Alguna vez se han detenido a observar  la manera que encuentra cada persona de sumergirse en la historia que guarda un libro? Comienza desde el momento en que eligen entre tantos títulos el que más ha llamado su atención o bien si han escuchado de ese autor como una recomendación posible. Lo toman. Lo sostienen con sus manos. Observan su portada, sus colores, su tamaño y su textura. Lo abren y rozan con sus dedos las primeras hojas. Leen las primeras líneas. Sus ojos repasan las ...

Vera.

“Vera.. vos tan humana, tan preciosa, tan real” fue el pensamiento que pasó por mi memoria en ese breve instante. No habría necesidad de traer a mi mente el vivo recuerdo de lo que alguna vez fue tu rostro, tu piel o tus manías. Digamos que el paso del tiempo se encargaba de revivirte. El otoño pasado habías prometido amarme, lo hiciste  ¿O si no de qué modo podría estar hablando de ti en este momento? Vera era así, real y humana. Precisa y llena de tristezas. La recuerdo cantando y bailando por todo aquel cuarto que le gustaba llamar “hogar”, aquella bella canción que compuso Pancho Varona y que en su voz se escuchaba tan singular. La recuerdo hablando con cierta frustración y nostalgia de aquel libro que llevaba releyendo tres veces y aún no entendía las decisiones del protagonista. La recuerdo riendo también, porque amaba hacerlo. También recuerdo el verano que prometió volver. Pero no lo hizo. Sabía anticipadamente que no lo haría, porque al despedirn...