"Se llamaba Salomón. Murió cuando tenía cinco años, ahogado en el lago de Amatitlán. Así me decían de niño en Guatemala" ¿Cómo dejar de leer una novela que inicia con estas palabras? que al momento de releerlas caemos en cuenta que esconde una verdad y no precisamente la del niño Salomón, si no la del mismo escritor, el cual se habitúa a un estado de constante huida de su verdad, de sus miedos, de sus propia esencia, para así terminar creando su propia ficción. Halfon tiene algo que no termino de explicar(me), creo que es esa forma tan nostálgica de describir sus recuerdos, como si los recordará, solo para poder (querer) volver a vivirlos. Duelo no solamente hace referencia al proceso de la muerte de una persona, en este caso el niño Salomón, también conlleva en sí la muerte de los recuerdos que el propio Eduardo tuvo con su hermano, y después de tanta búsqueda la dulzura de sus memorias le hicieron olvidar el agua que acariciaba sus pies sobre un lago que no era el suyo, p...
Por fin encontré algo que me recuerda a vos. Los labios están en el borde, quemándose con la espuma caliente. Los movimientos de los otros hacen ondular el líquido. Absorbo y ese sorbo sabe a ti, levantándote. Te vas, pero al volver, siento tus labios en mi nuca. (Lo que veo es tu espalda o tus brazos extendidos sobre la mesa, buscando, pidiendo la respuesta de los míos). Siento entonces que ya no hay espacio para ti. Por más que recuerde, por más que recree tu tacto contra el mío, tus manos queriendo memorizar... Ya no hay dato alguno, curva, que pueda ser almacenada. Me hubiera gustado decirte algo, que las palabras hubieran salido silenciosas, ya sabidas, entre mis labios. El calor de tu aliento, son interno, resurgiendo contra el mío. Recuperarlo. Pero me encuentro tan amplia, mas no repleta, y aun así, ya no hay espacio.